martes, 27 de marzo de 2012

CAPITULO 5 - SILENCIO


Hubo unos minutos de silencio.

–Estoy contigo porque te quiero. Yo estuve ahí cuando él te abandonó ¿recuerdas?
–Es que...

Fui cortada por el sonido de una música. Exactamente, el tono de mensaje de mi móvil. Saqué mi móvil, y me di cuenta de que la persona que antes me había mandado aquellas horribles fotos, me acababa de mandar otro correo. Miré seriamente a Michael. Buscando una explicación. ¿Quién era esa persona que trataba de hacerme daño? ¿Era él?

Al ver mi rostro serio, se acercó a leer. No opuse resistencia, le di permiso. De repente, me quitó el móvil y se lo guardó en sus bolsillos mientras negaba ¿pero qué hacía?

Me acerqué a él, y intenté meter la mano en sus bolsillos para recuperar mi teléfono. Los dos estábamos muy cerca. No habíamos estado tan cerca desde  hacía mucho tiempo. Nos mirábamos a los ojos, serios. Creía que iba a pasar, pero no pasó. Nuestros ojos seguían fijos el uno al otro. Y el silencio. Sólo silencio. No había ningún otro sonido más que el de algunos árboles zarandeándose a causa del viento.

–No... me mires así. - dije nerviosa.
–¿Por qué? - preguntó sin apartar su mirada – me encanta mirarte, y esta es mi cara.
–Me encantas nerviosa. - confesó agarrándome del mentón, obligándome así a mirarle.
–No puedo hablar si te miro a los ojos y – tragué saliva- y está Zayn.
–Zayn no pinta nada aquí. Ahora estamos tú y yo.

Él se iba acercando a mi, e instintivamente, yo a él. Me tenía controlada, tenía poder en mi. Fue cuando a punto estaban nuestros labios de tocarse, cuando me aparté bruscamente.

–¡No! No puedo, lo siento... Puedes conmigo, pero en mi mente no paran de pasar las imágenes, los comentarios de mis amigos y de mi hermana, y sobre todo Zayn.

Bajé mi vista otra vez. No tenía fuerzas para mirarle a los ojos. Él puso sus dedos delicadamente en mi mentón otra vez, y me obligó a mirarle.

–Mírame a los ojos – susurró – dime que no me quieres.

Le miré fijamente. Sin decir nada. Recuerdos con él invadían mi mente. Eran mucho el tiempo que llevaba con él. Me quedé en silencio, no dije nada. Hasta que cogí aire y valor y solté:

–No me puedes pedir que diga eso. Es imposible no quererte,  pero también quiero a Zayn. El mismo que se que aunque lo dejáramos no me tendría en cuenta – tragué saliva y continué, pero ahora sin mirarle a los ojos – no puedes decir que de mi boca diga un sincero no te quiero, porque no es así. Eres especial para mi, pero cada vez que te veo, la imagen viene a mi cabeza, y no lo aguanto. - varias lágrimas empezaron a salir de mis ojos, haciendo su recorrido por mis mejillas. Eso era algo duro para mi. – Me estás haciendo daño, y mucho.

No pude aguantar más, no quería llorar más delante de él, no quería mostrarme tan débil, así que me di media vuelta y salí corriendo. Escuché unos pasos detrás mía, y alguien diciendo:

–Eres un completo idiota.

Esa voz. ¿Cómo no reconocerla? La voz de aquel chico que me estaba confundiendo otra vez. El mismo Zayn Jaawad Malik. Escuché como sus pasos se acercaban cada vez más a mi, pero no me paré ni me di la vuelta a verle, seguí corriendo sin ningún rumbo.

[Narra Leire]

Después de que Zayn desapareciera corriendo a por Lydia. Louis, Liam y Harry se fueron sospechosamente a hacer la cena. Y ahí estábamos los dos. Niall, un ordenador, y yo. Él estaba tumbado en la cama, con una cara realmente tierna. No sé si él tendría la ventana de skype abierta, y esperaba que no, porque si no posiblemente se daría cuenta de que le estaba mirando embobada, con una cara de estúpida que no podía conmigo.

–¿Qué miras? - le oí decir de repente, con una sonrisa.
–Esto... yo... leía unos trabajos que tenía en el ordenador. - mentí nerviosa y algo sonrojada.
–No sabía que hubiesen trabajos tan sorprendentes, por tu carita digo.
–Sí, bueno... Pitágoras era muy majo. - reí ante mi estúpido comentario.

Leire ¿qué se supone que dices? ¿por qué estoy tan nerviosa? No entendía nada ¿por qué de repente no podía mantener una conversación normal con él?

–¿Pitágoras? - rió – Sí, bueno. Por cierto...
–¿Qué?
–¿Sigues teniendo el peluche que te regalé? La patata. - dijo sonrojándose tiernamente.
–¿Te refieres a este? - estiré el brazo y cogí un peluche que tenía encima de la mesa. - Claro, sigo durmiendo con él. - confesé con timidez.
–¡Potatito! - puso una cara de sorprendido y empezó a reír. - Pensé que ya no lo tendrías.
–¿Cómo tirarlo? Me encanta. - sonreí, le di un beso al peluche, y lo dejé otra vez en la mesa.
–Qué gua...guay – dijo cambiando rápidamente – ¿Qué hacemos? Ahora mismo estoy escuchando a Louis gritar por la casa – dijo riendo.
–Pues no lo sé, ¿qué quieres hacer tú? Yo estoy en casa, aburrida, y sola – suspiré – como siempre. - susurré queriendo que no me escuchara.
–¿Como siempre? - preguntó extrañado – Pero si está tu hermana, y hace poco que viniste. - sonrió.
–Mi hermana siempre está fuera, en la biblioteca estudiando, o por ahí con Michael – sonreí – Esperemos que no sea así aquí.
–Seguro que no, ella estará contigo y con nosotros – sonrió – pero... también me puedes llamar a mi si quieres – me guiñó un ojo y sonrió.
–Espero que saques tiempo para estar conmigo, porque tenemos mucho de qué hablar – le guiñé un ojo y reí.
–¿Y eso? - rió sorprendido - ¿Me tengo que asustar? - dijo sonriendo y sacándome la lengua.

¿Cómo se podía ser tan mono?

-No – dije alargando la o. - Tan solo tendrás que contarme qué tal te ha ido, anécdotas y … qué tal con las chicas. - sonreí con desgana al pronunciar esa última palabra.
-Ah, bueno – rió – Y tú tu viaje ¿trato echo?
–Sí, claro. Aunque no hay mucho que contar. - reí.
–En todo este tiempo seguro que algo te habrá pasado, no me lo creo – rió - ¿algún... chico? - dijo con una sonrisa algo falsa.
–Bueno, tuve una relación hace tiempo... pero no fue nada – sonreí - ¿Y tú? Seguro que hay alguna chica por ahí. - sonreí con desgana.

¿Por qué yo era tan tonta y masoca?

–¡Wow! Me alegro por ti – dijo con un tono falso – yo estuve saliendo con una, pero acabó ya, somos sólo amigos.
–Interesante. - reí. –¿Dónde diablos se habrá metido Lydia? - me puse a buscar mi móvil por todos lados para llamarla.

De repente, se escuchó un gran portazo de la puerta principal de mi casa. Unos pasos rápidos y directos que se fueron oyendo cada vez más alto a medida que se acercaba a mi habitación.

–¡Joder, joder, joder! - gritó Lydia por toda la casa hasta llegar a su uarto.
–¿Ya llegó Lydia? ¿O es un caballo? - rió.
–Sí, creo que es ella – reí.

Escuché el sonido del timbre de la puerta principal.

–Y su admirador. - sonreí.

Me levanté de la cama, y bajé a pasos rápidos hasta la entrada. Abrí la puerta y Zayn esperaba ahí, con un tono serio.

–¿Está en su cuarto?
–Sí.

Salió corriendo por las escaleras, hasta que llegó a su habitación.

[Narra Zayn]

En la puerta, había un cartel grande, en el que había una señal de prohibido, y algún que otro garabato al lado. Respiré fuerte y toqué la puerta de su habitación.

–¡No estoy! - gritó.
–¿Seguro? A mi me da que sí, si no, no hubieras contestado.
–No tiene porqué, pero bueno. ¿Qué haces aquí?
–Quiero hablar contigo.
–¿Y si me niego? - dijo con un hilo de voz.
–Esperaré aquí hasta que aceptes.

Tardó en contestar. Pensé que me abriría la puerta, pero no fue así.

–Vete, por favor. - dijo con un tono de voz raro.
–¿Y si el que se niega ahora soy yo?

Oí que hizo algo, y acto seguido abrió la puerta. La escena que vi me partió el corazón. Sus ojos estaban rojos e hinchados debido a las lágrimas que había soltado. Su rostro estaba triste, aunque también serio.

–Ya está ¿vale?

Estiré mi mano, y acaricié sus mejillas delicadamente, secándole alguna que otra lágrima que todavía caía de sus ojos.

–No merece tus lágrimas.
–¿Quién dice que he llorado? - dijo con su mirada baja – yo no.
–Tus ojos te delatan. Están rojos, y no creo que sean así siempre.
–No, son así siempre. - contestó con algo de orgullo – Además ¿tú qué sabes cómo son?
–Me acuerdo perfectamente de como son. - confesé sonriendo.

Se calló. No dijo nada. Alzó su mirada, y después de mucho tiempo, pude ver una pequeña y tímida sonrisa en sus labios, algo, que me hizo sonreír a mi. Dejó la puerta abierta y se sentó en la cama. Yo, apoyé mi hombro en el marco de la puerta.

–Dime ¿desde cuándo has estado ahí? - preguntó sonrojada.
–Desde el principio.
–¿Has... escuchado todo? - dijo muy sorprendida.

Asentí con la cabeza, y la miré, esperando que preguntara o dijera algo más.

–¿Todo? ¿Perfectamente? - dijo temblando.
–Bueno, algunas cosas debido a la distancia no las entendí bien, pero sí.

Se quedó quieta unos instantes. Petrificada, sorprendida. ¿Por qué? No lo sabía. Apartó su mirada de mi, y miró a un lado. Sus mejillas se tornaron de un color rojizo. Me acerqué a donde ella estaba, y me agaché un poco, para tenerla más cerca.

–¿Qué pasa? - pregunté algo preocupado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario