miércoles, 29 de febrero de 2012

Capítulo I – Destino: Inglaterra.

El tiempo en Atlanta había pasado muy deprisa, y parecía mentira que ya hubieran pasado dos años, y ahora estábamos abandonando este país para volver a Inglaterra. Todo fue muy rápido, de repente, ya nos encontrábamos en un taxi de camino al aeropuerto. En el asiento de delante iba María, o como prefería que la llamaran "Maki". De las cuatro, iba la más tranquila y relajada. Detrás, a la izquierda, Lydia, mi hermana mayor. Iba sumida en sus pensamientos, mientras observaba por la ventanilla el paisaje que dejaba atrás, no tenía muchas ganas de volver a casa y ver a papá y mamá. En el centro, iba Paula. Profundamente dormida, y apoyándose en mi hermana y en mi a cada rato. Después estaba yo, Leire. Se podía decir que iba algo tranquila, aunque no muy convencida de volver otra vez a casa. Me acomodé la capucha de mi sudadera, y me puse los auriculares, me puse a mirar el paisaje que dejaba atrás, junto a momentos inolvidables.

-¡Despierta Paula! - oí gritar a mi hermana.
-Unos minutitos más. - musitó ella acomodándose hacia el otro lado.
-No podemos permitirnos unos minutos más, ya nos has hecho perder mucho tiempo ¡vamos!

Maki y yo sacábamos el equipaje del maletero. Mi hermana se dirigió a la ventanilla del conductor dispuesta a pagarle el importe del trayecto.

-O te despiertas o te despierto. -amenazó Maki haciendo algo de fuerza para sacarla del coche.

Mientras todo esto sucedía, yo estaba perdida en mis pensamientos otra vez, mirando aquellos aviones que despegaban en el cielo. Estaba tan distraída, que no me di cuenta de que el taxi ya se había marchado, y que Paula ya había logrado despertarse.

Todo había cambiado muchísimo en dos años. Aunque no lo pareciera, a los ojos de una curiosa como eran los míos, todo parecía más moderno y nuevo, era realmente impresionante. Íbamos un poco perdidas, no sabíamos dónde teníamos que ir a facturar las maletas.
Lydia sacó los billetes del bolso y leyó:

-Ventanilla de Sky aline... -dijo ella mirando a todas partes tratando de buscarlo.
-¿Eso de allí? -preguntó Paula señalando un cartel grande en el que ponía la compañía de vuelos que habíamos escogido.

Todas volteamos a verlo. Había una cola enorme. Miramos a Paula con mal gesto, y ella se limitó a soltar una leve sonrisa.

Nos pusimos todas en la cola. Estuvimos hablando unos minutos, para pasar el rato, pero la cola parecía no moverse, o al menos esa impresión me daba a mí.

-Chicas, necesito ir al servicio... -susurró Maki con algo de vergüenza.
-¿Ahora Maki? - dijo Lydia con resignación. Era la mayor, y era como la madre de las cuatro. -Leire, acompáñala, yo me quedaré con la dormilona esta.


[Narra Lydia]

Mientras las chicas se alejaban, pude asustarme varias veces con los bostezos que Paula daba.

-No entiendo cómo puedes tener sueño, ¡eres la que más ha dormido! -exclamé muy extrañada.
-No tengo sueño, tan solo no me ha dado tiempo a desayunar, y tengo hambre. - se excusó ella.

Reí por su comentario, y saqué un paquete de rosquilletas de mi bolso para dárselo. Ella empezó a comérselo tranquilamente mientras la cola iba avanzando poco a poco, y las otras dos seguían sin venir.

Me apoyé como pude en la maleta, y me puse a pensar en todo. La vuelta a casa, que estaría pasando ahora en la discográfica de papá y mamá, que pasaría con Leire y conmigo… Paula seguía comiendo como una niña pequeña hambrienta. Se me quedó mirando seria unos instantes.

-¿Te pasa algo? -preguntó curiosa y quizá un poco preocupada.

Estaba muy metida en mi cerebro, que apenas entendí lo que dijo y decidí ignorarla.
-¿Lydia? ¡eo! Tierra llamando a Lydia. -decía ella pasándome la mano por delante de mi varias veces.
-¿Eh? ¿Qué pasa ahora?
-Eso digo yo. Estás muy rara...
-No pasa nada, tranquila. - sonreí de la forma más convincente que pude, pero ella no se lo creyó, y siguió insistiendo.

Mientras tanto, pude ver como Leire y Maki seguían en busca de los servicios. Maki iba haciendo unos movimientos muy graciosos, ya que parece que no podía aguantarse mucho más. Leire, riéndose, buscó a la primera persona que pudo y le preguntó por ellos. Mientras Maki estaba en el baño, Leire la esperó fuera. Unos chicos la estaban mirando con una sonrisa algo rara en sus rostros. Leire les vio, y pude ver aquella cara tan extraña que solía poner, pero decidió ignorarles.

A Paula y a mi nos iba a tocar facturar las maletas dentro de muy poco. Ella terminó el paquete de rosquillas, hizo la bolsa una bola, y se dirigió a la papelera más cercana a tirarla.  La de la ventanilla ya había terminado de atender al cliente que iba delante nuestro. Paula vino todo lo rápido que pudo, y me ayudó a llevar parte de las maletas.

Nos sentamos en unas sillas, a esperar a las que se habían ido al baño. Nos pusimos a ver fotos del viaje, y nos hicimos unas cuantas más. Pasaron unos instantes, y mientras guardaba la cámara, Paula distinguió dos siluetas familiares a lo lejos que se iban acercando poco a poco. Eran Maki y Leire, y venían riendo. Detrás de ellas, iba el grupo de chicos que habíamos visto anteriormente. Iban conversando tranquilamente, y Paula pareció ver a uno de ellos guapo, porque se le quedó mirando fijamente. A los instantes, tuvimos que avisarla de que si se venía a por algo de comer al bar.

Todas reíamos y nos hacíamos fotos, pero yo conocía a mi hermana, y ella no parecía presente, estaba distante, lejos de nosotras, en sus mundos, pero no le tomé mucha importancia.

Llegó la hora de subir al avión. Fuimos a la cola de embarque. Todas pasamos por el detector de metales sin ningún problema, excepto Leire. Cuando llegó su turno, empezó a pitar. Ella se asustó un poco, y me miró con aquel rostro serio que llevaba. Le hice un gesto de que se quitara los auriculares, y volvió a pasar, esta vez correctamente.

Caminamos hasta el avión, y antes de entrar a la puerta, había un hombre, disfrazado de una manera un poco extraña, que a todos los pasajeros que pasaban por ahí les decía “Bienvenidos a Sky Alines, gracias por confiar en nosotros. Que tenga un buen viaje” Una vez estuvimos lo suficientemente alejados de él, estallamos en una carcajada.

Entramos al avión. Estaba lleno de gente caminando de un lado para el otro, niños corriendo de allí a allá... nos pusimos a encontrar nuestros asientos, que eran de dos en dos. Delante se pusieron Maki y Paula, y detrás íbamos mi hermana y yo. Al rato, aquel grupo de chicos volvió a pasar por delante nuestra, nos guiñaron un ojo, y se sentaron algo cerca de nosotras.

El avión despegó, y pudimos quitarnos los cinturones. Observé a mi hermana, que volvía a ponerse los auriculares y la capucha. Solté un bufido y le quité un auricular. Ella me miró seria.

-¿Qué te pasa? - le pregunté.

Ella no hizo buena cara desde el primer momento en el que le formulé la pregunta, pero se limitó a contestar:

-Nada hermana, nada.

Su respuesta no fue muy convincente, y me hice la pesada, insistiendo una y otra vez.
-¿Es por el tema de padre y madre? -pregunté finalmente. Vi aquella mirada distante otra vez. Hizo una sonrisa extraña y finalmente asintió con la cabeza.
-Eso y que... son las once de la mañana, nos hemos levantado a la cinco, vamos a ir allí y habrá diferencia horaria... estoy algo cansada.

Entre nosotras, no hubo mucha conversación. Paula dormía plácidamente, Maki, estaba viciada con su móvil, y pidiéndole alguna que otra cosa a la azafata. Nosotras, conversábamos de vez en cuando, nos sacábamos alguna que otra foto, y acompañé a Leire al servicio, ya que tenía ganas de ir. Ella estaba dentro, y yo la esperé fuera. Uno de los chicos de aquel grupo tan extraño, se levantó de su asiento y se fue acercando poco a poco a mi.

-Hola guapa. -me dijo con una sonrisa.

Puso sus manos en la pared, de manera que no pudiera escapar, mientras poco a poco se iba acercando a mi. ¿Pero qué se supone que estaba haciendo el tipo este? De repente, vi que una mano le pegaba en la mejilla, y se llevó las dos suyas para aliviar el dolor.

-¿Qué se supone que haces? -dijo mi hermana cabreada. Me cogió de la mano y me llevó rápidamente a los asientos otra vez. Al lado nuestra, el resto del grupo de chicos se reían del fracaso de su amigo.

El resto del vuelo fue, para mi opinión, bastante lento y aburrido, pero por fin habíamos llegado a casa, volvíamos a la rutina de siempre, por fin, estábamos en Inglaterra.

Bajamos del avión, y nos dirigimos a la cinta transportadora de maletas. Paula caminaba lentamente, todavía iba algo dormida, y por eso tenía que ir a su lado, pendiente de que no se cayera al suelo. Mientras esperábamos a ver nuestro equipaje, Maki se sentó en el borde de la cinta. Ésta empezó a moverse, y de no ser por el equilibrio que tenía, se hubiera caído. Justo después de eso, nuestras maletas pasaban por ahí, las cogimos y nos dirigimos al taxi que había libre esperando.

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